¡QUE EMBARQUE!

(Foto del Blog de Tomás Fernandez)

Como a eso de las 8 pm, salimos a cenar al restaurant El Círculo, llegamos y el sitio me pareció precioso, un mesonero muy atento nos llevó a la mesa y nos preguntó que queríamos tomar.

Preguntamos por la carta de vino y nos dijo que no tenían pero nos mostró las 4 etiquetas que habían, no nos provocaba ninguna y preguntamos si nos podían aceptar un descorche, lo cual no fue posible.

Ordenamos vodka y la carta. Sorprendentemente cuando llega, nos damos cuenta que la primera página es comida tailandesa, la segunda tailandesa y algunos platos de Francisco Abenante, luego dos páginas de sushi rolls. Yo particularmente no entendí muy bien la mezcla pero no le presté mucha atención porque estabamos en EL CÍRCULO.

Le pedimos al capitán que nos recomendara, lo primero que nos dice es que no hay pato en dos cocciones, olleta de gallo y cabrito (3 de los 6 u 8 platos de Abenante). Le decimos que no queriamos cenar en ese momento, mas bien picar algo y que luego sí cenaríamos, entonces nos aconsejó unos platos tailandeses.

Ensalada de mango y camarones, estaba muy seca.

Satay de lomito, camarón y pollo. El pollo estaba crudo y eran simples trozos de carne de res, camarones y pollo a la plancha, sin ninguna salsa.

Plato mixto thai, bolsitas, lumpías y corquetas de langostinos. Nada del otro mundo, los rellenos super escasos, predominaba la masa.

Luego de comer, el servicio empeoró la mesa estaba llena de agua (por el sudor de los vasos), se tardaron en retirar los platos y dejó de existir la amabilidad que hubo en un principio.

También pudimos notar que la acústica del local es muy mala, hay demasiado ruido lo hace que sea muy incomodo el poder conversar.

Por todo esto decidimos irnos sin cenar, pagamos y nos fuimos a Café 90, donde habíamos almorzado y pasado tan bien al mediodía. Llegamos y nos atendieron de maravilla, ordenamos una pizza super sabrosa lo que nos sacó las patas del barro.