
Luego nos fuimos a un ejercicio muy interesante, nos pusieron copas de cata (negras) y se nos sirvieron 2 tipos de vinos distintos (Dimensión y Berquera) y sin saber cual era cual, debiamos en una hoja anotar que le encontrabamos (nariz y paladar), cosa que fue bastante divertido y dinámico.

Se Cerró con un moscatel, Catillo de Liria, para mi fue un final realmente extraordinario (claro, no me puedo olvidar que al terminar la cata nos tomamos un par de Grey Goose, por la casa).
En cuanto a la comida que acompañó la cata, como era de esperarse, fue IMPRESIONANTE, Alfonso siempre se destaca en este tema; entre él y su hijo hicieron un maridaje perfecto.
Una vez más felicito a Guardaviñas, un lugar increible, cien por ciento recomendable. Para quienes no lo conocen queda en Prados del Este, Calle Rio de Oro.
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